En la psicología humanista, el YO constituye un proceso que abarca tres aspectos: el cuerpo, las emociones y la cognición, o lo que es lo mismo: hacer, sentir y
pensar; en la medida en que hay mayor coherencia entre estos aspectos, entonces tendremos más coherencia lo que se traduce en mayor congruencia y esto deriva en una vida plena, con un mayor grado de satisfacción.
La gestalt como terapia de la totalidad, considera al organismos en forma holística. El individuo, su cuerpo, sus sentimientos y sus pensamientos, están vivos y en constante proceso de transformación.
El trabajo con el cuerpo en la gestalt busca, entre otras cosas la libre expresión, la autenticidad y la espontaneidad.
Partiendo de esta premisa la terapia gestalt es un espacio propicio para crear infinidad de experimentos en los cuales el cuerpo es protagonista.
El trabajo con la respiración, tomar conciencia de ella y comprender que vivimos como respiramos nos permite darnos cuenta de nosotros mismos, y centrarnos en el aquí y ahora.
El uso de las técnicas expresivas son la principal herramienta para fomentar la vivencia en su totalidad en donde el cuerpo es la materia prima; cuando le indicamos al paciente, por ejemplo: ¡Hazlo con tu cuerpo!. Si a esta intervención incorporamos las técnicas supresivas entonces completaremos la instrucción diciendo: en lugar de explicar, ¡Hazlo con tu cuerpo!
Al focalizar las discrepancias o incoherencias entre los tres niveles: pensamiento, emoción, cuerpo, facilitamos que la persona tome conciencia de su experiencia, y además se dé cuenta de que sus esfuerzos por controlar o manipular el entorno, confiando en la autorregulación organísmica como mecanismo fundamental en la regulación de la persona, es decir, el cuerpo es sabio.
Según F. Perls “No es que tengamos un hígado y un corazón. Somos un corazón y un cerebro, etc., y aún esto es erróneo. No somos una suma de partes, sino una coordinación, una coordinación muy sutil de todos estos pedacitos diferentes que constituyen
un organismo”. Así mismo Perls afirma que “Somos un cuerpo, somos alguien”.
En este sentido la Teoría Gestalt considera el cuerpo como nosotros mismos, no
tenemos un cuerpo, “somos cuerpo”, esto quiere decir que cuando desconocemos
nuestro cuerpo o alguna parte de él, estamos rechazando o ignorando algo de nosotros mismos.
No elegimos nuestro cuerpo, elegimos como lo cuidamos de él o no, y a partir de esta relación con nuestra corporalidad aprendemos a percibirlo y vivenciarlo, lo cual puede ser de un modo ecológico, y respetuoso o por el contrario lo maltratamos.
En este sentido Kepner (2000) afirma que “donde el cuerpo no es sentido, disminuye el ser”.
El “darse cuenta” del propio cuerpo, habitualmente es olvidado, es como si los sentidos estuvieran ahí y poseemos poca conciencia de su importancia.
Cuando recobramos la conciencia de nuestro cuerpo y empezamos a redescubrir nuestros sentidos, revitalizamos nuestro organismo y desarrollamos nuestras capacidades
expresivas y creativas.
Toda la expresión corporal de una persona, la forma de moverse, sentarse, mirar, etc., son elementos fundamentales para trabajarlos e integrarlos a la conciencia hasta que la persona sea plenamente capaz de escucharse y vivir todo su potencial.
"Constantemente estamos controlando nuestro cuerpo, en lugar de dejar que haga lo que quiere, mi cuerpo sabe mejor que yo lo que le conviene".
Barry stevens
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